Por Javier de Miguel
Estimados lectores:
Una diáfana muestra más de cómo funciona la revolución. Con toda la desvergüenza del mundo se aboga por los principios más básicos de la revolución, a saber:
- Negación de la ley moral objetiva
- Negación de la existencia de una naturaleza humana
- Absolutización de la democracia y soberanía legislativa abosulta.
¿No les suena esta música? A quienes sigan los contenidos de este blog, a buen seguro que sí: lo que sigue es de manual: del manual del Buen Revolucionario. Y la web donde se ha publicado, tampoco tiene desperdicio. Ahí va:
http://www.redescristianas.net/2009/05/07/antonio-garcia-santesmases-%c2%abes-legal-y-legitimo-que-el-congreso-pida-al-papa-que-rectifique-sobre-el-sida-y-el-preservativo%c2%bbjavier-moran/#more-15847Antonio García Santesmases: «Es legal y legítimo que el Congreso pida al Papa que rectifique sobre el sida y el preservativo»
Javier Morán
«Con la crisis, se está ejerciendo una presión muy fuerte sobre Zapatero y no sé si resistirá; espero que sí»
Antonio García Santesmases (Madrid, 1954), doctor en Filosofía, profesor titular de Filosofía Política en la UNED y ex diputado socialista, disertó ayer en la Casa del Pueblo del PSOE sobre la II República. Santesmases es autor de obras como «Repensar la izquierda», «Ética, política y utopía» o «Laicismo, agnosticismo y fundamentalismo».
-¿Debe el Congreso reprobar a Benedicto XVI?
-En la Comisión de Exteriores hay proposiciones de los grupos con recomendaciones sobre la política exterior de España con relación a otro Estado. En la medida en que las palabras de Benedicto XVI, como jefe del Estado Vaticano, afectan a un problema de la humanidad, es evidente que no sólo es legal, sino legítimo que el Congreso exprese su opinión. De acuerdo con Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Salud, se ha de combatir la plaga del sida y el uso del preservativo es uno de los métodos imprescindibles. Debemos velar por esos criterios y pedir que rectifiquen las personas que van en contra de ello.
-Obispos españoles defienden la libertad de expresión del Papa.
-Uno es libre de expresar su opinión, pero los demás son libres de aceptarla o de criticarla. Todos estamos sometidos al escrutinio de la crítica y eso no cercena nuestra libertad de expresión.
-¿Reforma de la ley orgánica de Libertad Religiosa?
-Todavía estamos a tiempo de decidir si vamos a una situación multiconfesional o a intentar instaurar un principio de laicidad que abarque a las distintas confesiones. Por ejemplo, habría que decidir si queremos en los centros públicos un estudio científico, filosófico, sociológico, histórico, del hecho religioso para todos los alumnos y dejar los asuntos confesionales fuera de la escuela, en las catequesis, en las sinagogas, en las mezquitas, en las iglesias.
-¿Habría que reformar los acuerdos España-Santa Sede?
-Creo que sería preferible renegociar los acuerdos, que se aprobaron hace 30 años sin el voto del PSOE en el Congreso y en una situación de hegemonía de la Iglesia católica. Si no se derogan los acuerdos, la ley de Libertad Religiosa va por el camino del multiconfesionalismo, no del laicismo.
-¿Qué significa?
-Podemos elegir entre el modelo de la República laica francesa o el modelo multicultural británico. Prefiero el primero. Evidentemente, como están haciendo hoy los mejores teóricos franceses del laicismo, replanteando el modelo de cara al problema de la inmigración, de cara a lo que ellos llaman la laicidad abierta, incluyente.
-Sarkozy fue criticado por la izquierda al plantear la reforma del modelo laico francés.
-Antes de Sarkozy ya hubo el informe de la comisión Stasi y otros encargados por la República sobre cómo había que hacerse cargo de la pluralidad religiosa. Sarkozy se subió a ese carro mezclando los problemas de orden público -había sido ministro del Interior- con un cierto renacimiento espiritual. Por cierto, ello no compaginaba mucho con la vida que el hombre llevaba. Le pasaba un poco como a Berlusconi: hacen unos elogios enormes de Benedicto XVI y después hacen lo contrario de lo que el Papa recomienda al conjunto de los mortales. Pero eso ya es otra cuestión.
-¿El estado del laicismo en España?
-Estamos en un debate tan tremendo sobre la crisis que ha quedado un poco oscurecido. Hay dos plataformas, fundamentalmente. La Plataforma por una Sociedad Laica, que agrupa a los sindicatos de la enseñanza o a la Fundación Cives, y la Plataforma Europa Laica, más cercana a las tesis de Puente Ojea y al ateísmo. La Fundación Cives es más cercana a este planteamiento de la laicidad abierta.
-¿Coordenadas de la laicidad abierta?
-Se distingue entre lo privado, lo público y lo estatal. Ésta es la clave. El Estado es autónomo políticamente. El Parlamento es soberano y funciona la regla de la mayoría en la perspectiva de temas que sabemos que son muy delicados, como el derecho a la muerte digna, la ley de interrupción del embarazo o el matrimonio homosexual.
En las sociedades pluralistas hay que considerar que nadie tiene el monopolio de la verdad y la regla de la que nos hemos dotado democráticamente es la de la mayoría. Después, la religión tiene una dimensión de intimidad de la conciencia, de lo que llamaría Ortega las postreras y dramáticas últimas preguntas, sobre la caducidad de la existencia, la fragilidad, si hay o no hay fundamento, esperanza, sentido…
Pero donde está lo nuevo es entre Estado y confesiones, en lo público. Lo que hemos aprendido con la experiencia de la inmigración es que las religiones tienen que tener una expresión pública, para que no queden puramente en el tabernáculo de la conciencia privada. Porque, si no tienen una expresión pública, pueden conducir a elementos de clandestinidad peligrosa, como hemos visto con el Islam en Francia.
-¿Dónde está la expresión pública?
-En algún tipo de lugares, no sólo de culto, tiene que haber un reconocimiento de los símbolos, y esto nos lleva a la ciudadanía intercultural, que no es el monolitismo de una sola religión o de la irreligión, sino el intercambio, el reconocimiento de perspectivas plurales. La religión es un hecho público, pero no significa lo mismo la religión para Bin Laden que para Obama ni para Ratzinger que para Casaldàliga. Y tiene que haber un intercambio de grupos, de comunidades de memoria, de comunidades de sentido.
-Respecto a la regla de la mayoría, el cardenal Rouco manifestó recientemente que no es fundamento de la toma de decisiones, por ejemplo, sobre el aborto.
-La democracia no es sólo una técnica para seleccionar quién va a mandar. No es sólo una competencia por el liderazgo político, según el concepto de Schumpeter. Además de la técnica, tiene que haber unos valores que sustenten eso, lo que Habermas y otros llaman el patriotismo constitucional. La democracia es más que una técnica.
La tesis de Rouco es que hay un elemento previo a la política, prepolítico, que en el fondo remite a una forma de «iusnaturalismo» y a que alguien sea depositario de la interpretación de lo que es la verdad y el bien. Esto es lo que se quiere arrogar la Iglesia: que existe una moral objetiva que responde a la naturaleza humana, que es la que ellos están en condiciones de definir, de propagar y, a ser posible, de imponer frente a la soberanía de los parlamentos. Siempre me recuerda aquella frase de Bobbio: que el derecho natural tiene el problema de que ni es derecho ni es natural.
-¿Cómo está respondiendo la izquierda a la crisis?
-En el caso de España, hay un punto sobre el que habría que pronunciarse: la presión que está ejerciendo el gobernador del Banco de España o el comisarios europeo Almunia sobre lo que tiene que ser la política de protección social del Gobierno. Esta presión y la de la reforma del mercado laboral plantean un problema muy fuerte a Zapatero.
Si les hace caso, le lleva a una colisión con las centrales sindicales. Y Zapatero tiene que gobernar sin apoyos en el Parlamento, con el PP, PNV y Convergencia enfrente. Y si va a esa confrontación directa con los sindicatos, lo que se le está pidiendo es que termine su mandato, que acabe la legislatura. Mas allá de la solvencia técnica de las predicciones del Banco de España o de la UE, que yo pongo muy en duda, me parece que hay un grado fuerte de irresponsabilidad en las cosas que se están diciendo.
Creo que tienen razón las centrales sindicales: no se puede consentir que los que han sido responsables de la crisis, las instituciones financieras a nivel internacional, pretendan que olvidemos su responsabilidad y que las empresas pretendan sacar tajada de la situación con la precarización laboral y con la jubilación más allá de los 65 años. No es sensato que el presidente de la patronal salga diciendo que él está tan contento de trabajar hasta los 67 años cuando tenemos más de cuatro millones de parados. Se está ejerciendo una presión muy fuerte sobre la Presidencia del Gobierno y no sé si resistirá; espero que sí.
«Sería preferible renegociar los acuerdos con la Santa Sede antes de reformar la ley de Libertad Religiosa»
«La Iglesia dice que existe una moral objetiva que quiere definir e imponer frente a la soberanía de los parlamentos»
«Sarkozy y Berlusconi hacen elogios enormes del Papa y después hacen lo contrario de lo que Benedicto XVI recomienda»
viernes, 8 de mayo de 2009
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