viernes, 25 de septiembre de 2009

REVOLUCIÓN Y NEW AGE. ¿SOCIOS O HERMANOS?

Por Javier de Miguel
Es cierto que, a menudo, la delimitación de los conceptos “Revolución” y “Nueva Era” puede parecer al lector poco diáfana, insignificante e incluso irrisoria. Sobre lo que es y de lo que trata la revolución cultural, ya hemos hablado. Pero, ¿qué es la New Age? ¿Qué relación tiene con la revolución cultural y qué papel tiene en ella?

Como naturaleza, la New Age es un conglomerado de filosofías que pretende sustituir la espiritualidad humana tradicional en las sociedades occidentales, por otra, de carácter artificial, infantil diría yo, ambigua y más centrada en la divinización del propio hombre y su entorno que en el culto a una divinidad personal. Yo soy partidario de calificarla como un brazo de la revolución cultural, si bien tiene, como el resto de brazos, un cúmulo de características que la hace autónoma y distinguible individualmente. Pero a su vez, es un engranaje más, quizá menos mediático, y para algunos menos conocido y más subrepticio, si cabe, que las propias ideas nucleares de la revolución. Pero la realidad es que ahí está, y trataremos de analizar brevísimamente sus características e influencia.

Partamos de la base de que toda ideología debe tener un componente espiritual, y la revolución cultural no podía ser una excepción, por mucho que odie la religión. Cualquier proyecto con mínimas garantías de prosperar a largo plazo necesita un componente espiritual que satisfaga la necesidad natural trascendente del hombre. El comunismo fracasó, en lo económico ya sabemos por qué, pero en lo social, precisamente por no ofrecer una vertiente espiritual, y por pretender arrancar a la fuerza, y sin ofrecer nada a cambio, algo tan enraizado en la persona como es la espiritualidad

Hace tiempo hablamos del deísmo, y su relación con la revolución, la masonería, etc. Decíamos que el deísmo es el huevo de colón que necesita la revolución para asentar su ideología sin que la religión sea una cortapisa a sus objetivos, pues acalla la necesidad antropológica de agarrarse a una trascendencia, si bien ésta toma la forma de Dios impersonal, alejado y que nada tiene que decir ni prescribir sobre la vida moral de los individuos, que se fragua, en los hogares en lo concerniente a lo privado, y en los parlamentos en lo concerniente a lo público.

Afirmación tópica: las sociedades occidentales son, grosso modo, materialistas: cierto, pero ¡Cuidado! También hay espiritualidad. Sobre la calidad y la utilidad de la misma, hablaremos en seguida. Pero, haberla, hayla. Y la New Age, sin proponer estrictamente la espiritualidad masónica, se parece bastante a ella, si bien da algunos pasos más. Del Gran Arquitecto del Universo pasamos a una divinidad que sirve para armonizar al individuo con su entorno, eso sí, con dudosos métodos.

De la religión tradicional a la New Age

Dicha transición, perfectamente orquestada y planificada a escala planetaria, pretende desplazar las tradicionales prácticas religiosas hacia otras, bastante desfiguradas, caricaturescas, en ocasiones, hilarantes y rayanas en el ridículo, pero no por ello menos peligrosas.

Por ejemplo, la oración es sustituida por la meditación: de lo que se trata no es de hablar con Dios como lo haría un hijo con un padre, sino de que ese “dios” (mío, particular) me transmita una serie de “energías”, que canalice mis emociones y me proporcione paz, pero no el tipo de paz profunda que proporciona la oración, sino una mera desconexión de las preocupaciones y ansiedades que genera el día a día.

La religión tradicional se sustituye por el panteísmo y el sincretismo religioso. Se trata de construir una religión universal, común a todos los seres humanos, en base a la famosa ética de mínimos que, en el campo religioso, recogería una especie de eclecticismo de credos, en el que la espiritualidad oriental tendría un peso específico importante, en perjuicio de las religiones monoteístas tradicionales, que son consideradas “ortodoxas y puritanas”, y por tanto, incompatibles con este pensamiento.

La relación con la naturaleza

El ecologismo radical del siglo XXI confunde la antropología humana cuando afirma que los derechos de Gaia, o la “Madre Tierra” son tan importantes (cuando no más) que los del propio individuo. Lo cual es un auténtico dislate moral, pues no es la “Madre Tierra” la que goza de derechos, sino nosotros quienes tenemos graves obligaciones hacia ella. Pero eso sin olvidar (y aquí viene el error) que el único ser vivo con dignidad absoluta es el ser humano, y que ni los simios ni la naturaleza en general alcanzan este nivel de dignidad, pues su naturaleza es diferente.

El culto al cuerpo y a la salud es otro de los pilares del pseudo-naturalismo que propugna la New Age. Ejercicios físico-espirituales como el yoga, el zen, la meditación, etc, pretenden poner en paz y armonía entre cuerpo y alma (monismo), en aras a suplantar el equilibrio espiritual que, a largo plazo, sólo ofrece la verdadera oración y la verdadera relación con Dios.

New Age y revolución

Volviendo a lo pragmático, ¿qué tiene que ver la New Age con la revolución cultural, o qué le aporta a la misma? Básicamente, lo que aporta la New Age a la revolución cultural es el amansamiento y adormecimiento de las conciencias, que no es poco. Arrinconando la objetividad moral y el concepto tradicional de trascendencia, divinizando al propio hombre, distrayendo la atención hacia lo superfluo, como el cuidado del cuerpo o los derechos de Gaia, se consigue allanar el camino a la revolución cultural. En otras palabras, la New Age es el Prozac que la revolución necesita para, una vez arrancada la religión tradicional, instaurar un nuevo orden, éste si, con un componente espiritual, pero ¡ojo! Un componente espiritual que no molesta a los mandamases de la revolución, incluso les ayuda, pues de algún modo calma la esquizofrenia social que genera su desquiciante ideología.

Acabo respondiendo a la pregunta inicial. ¿Socios o hermanos? En lo consanguíneo, quizá primos segundos, pero desde luego, socios muy bien avenidos. Socios en pro del neo-paganismo (que no atéismo) y de la idiotización de la conciencia natural de las personas. Para meditar (pero en serio)…

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